Innovación y creatividad
La creatividad entra a formar parte de la innovación desde el principio de los tiempos, pero hasta hace relativamente poco tiempo no se ha comenzado a considerar que es una materia prima fundamental para el proceso, o mejor dicho, las ideas (procedentes de la creatividad) son la materia prima de la innovación en la economía creativa.
La materialización de esa creatividad en un servicio, producto u organización es usada para establecer la diferenciación necesaria en el mercado global en el que se opera actualmente. ¿Cómo competir sino con países como India, del que salen más ingenieros que de toda Europa junta? Hace ya muchos años que la tierra se aplanó[1] y la mano de obra se trasladó a países como China o India donde los salarios son más bajos. Pero además, cuando la tierra se aplanó el despegue tecnológico de países como la India también trasladó los centros de innovación a estos territorios obligando a algunas empresas a cambiar su rumbo, pues la India, concretamente, también tiene mano de obra altamente cualificada y especializada. En esas estamos, cambiando el rumbo, y para ello, la creatividad es fundamental.
Las ideas nacen de las personas, la creatividad reside en ellas, por eso en esta nueva forma de innovar cobra más sentido el valor humano. Las personas y su capacitación para generar ideas y convertirlas en innovaciones es el reto de la economía creativa, y el reto de la sociedad de hoy que se debe hacer entender en todas las instancias: administración pública, universidades, empresas, personas.
Uno de los recursos utilizados para potenciar la innovación a partir de la creatividad es mezclando perfiles profesionales, alimentando la diversidad.
Como ejemplos de ello, está Tillt, una compañía sueca que introduce artistas en otras empresas, mejorando sobretodo la comunicación interna de las empresas y aprovechando la creatividad como motor de cambio y para la resolución de conflictos. Otro ejemplo, tal vez más conocido es la llamada que se ha hecho desde las empresas vinícolas a artistas para que diseñen las etiquetas de sus botellas o, incluso, rediseñen las botellas. En otros campos del conocimiento, podemos hablar de la fusión de biólogos, médicos, psicólogos y filósofos para profundizar en el conocimiento del cerebro y el proceso de pensamiento humanos.
De lo que se trata, en cualquier caso, es de obtener una diferenciación de la competencia y de aportar valor, y al buscar estos resultados por medio de la creatividad estamos invocando un estilo de proceder diferente, otro estilo de vida en el que las ideas puedan florecer y crecer, el caldo de cultivo puede ser la diversidad, la reflexión, la flexibilidad laboral, un contexto cultural rico. Mihaly Csikszentmihaly[2] dice con respecto a esto, “Las nuevas ideas necesitan estar libres de tensiones, de luchas, de resultados y requieren un tiempo de reflexión, de incubación, del mismo modo que un árbol necesita los meses del invierno para recuperarse de las estaciones”.
En definitiva, la innovación es parte fundamental de la economía creativa y precisa que se fomente un estilo de vida menos restrictivo, en el que no existen compartimentos estancos de experiencias (profesión, familia, amigos, ocio no están separados por una barrera infranqueable) y en el que el fracaso no provoca miedo sino conocimiento.