Calles de entrada y de salida para los caballos. Barcelona. LeleSorribas2012

Calles de entrada y de salida para los caballos. Barcelona. LeleSorribas2012

Barcelona de charco en charco

Llegué a Barcelona con el día soleado, aun así llevaba las botas de lluvia puestas. Mujer prevenida vale por dos, ¡y medio! También llevaba el paraguas en el bolso.

Esta chica es un tesoro, me dije a mí misma. A veces me regalo piropos.

Barcelona se me apareció debajo de los pies como un perfecto charco para patear. Lo primero que me espantó al salir del metro en Plaza Catalunya fue la cantidad de gente que me pasaba por los lados, el frente y la espalda, sin reparar en casi nada. O bien ya la tenían muy vista, o bien buscaban algo muy concreto. Yo venía decidida y sin rumbo, me encanta caminar sin rumbo por ciudades que desconozco.

Avancé por varias calles del barrio Gótico, me tropecé y me choqué cada cinco metros con alguien. Yo miraba los charcos, ellos buscaban en sus mapas.

Carrer Ciutat. Barcelona. LeleSorribas2013
Carrer Ciutat. Barcelona. LeleSorribas2013

Mis botas permanecían secas. Mirar al suelo evita meterse en los charcos, permite dejarlos quietos como espejos y ver a través de ellos lo que hay arriba. Mirando los charcos descubrí el vicio común del hombre que caminaba veinte metros por delante de mí.

Continué con la cabeza baja, con mi paso decidido, y llegué a la Plaza Sant Jaume.

Plaça Sant Jaume. Barcelona. LeleSorribas2013
Plaça Sant Jaume. Barcelona. LeleSorribas2013

Ya había escuchado a Manel aquella soneta de … i ballen sardanes a Plaça Sant Jaume i ho fan de collons, con lo que no pude evitar sonreirme y hacer una reverencia a mis pies que habían buscado y encontrado la pista de baile.

Me planté frente al palacio de la Generalitat sobre una losa mojada. No se reflejaba el cielo porque no se había formado charco, pero como un espejo también mostraba el titular de una historia. No solo la pericia de mis pies sin mapa y sin rumbo tenían algo que contar.

El 23 de setembre de 2001 els Castellers de Barcelona van descarregar el seu primer 3 de 9 amb folre, dins les festes de La Merce.

Los castellers -eso si que es pericia- de Barcelona consiguieron hacer una torre de nueve alturas formada por un tronco de tres personas por piso, castillo que según he leído es uno de los que forman la Tripleta Màgica (los otros son las torres de cuatro con nueve alturas y de cinco con ocho pisos). Tuve que mirar hacia arriba para imaginármelo, hice castillos en el aire, y con la vista desenfocada por la imaginación descubrí que las calles tienen entrada y salida.

Calles de entrada y de salida para los caballos. Barcelona. LeleSorribas2012
Calles de entrada y de salida para los caballos. Barcelona. LeleSorribas2012

Salí por la entrada, di un par de vueltas y comenzó a lloviznar. Me regalé un par de piropos más y un viaje en metro hasta Lesseps para llegar al Parc Güell. En el Parc Güell los charcos no me podían defraudar, ni Gaudí ni yo merecíamos el desplante.

La naturaleza se puso patas arriba cuando paró de llover y las personas, como locas, se abalanzaban hacia la balaustrada de azulejos para mirar el horizonte.

Parc Güell. Barcelona. LeleSorribas2012
Parc Güell. Barcelona. LeleSorribas2012

Venían de allá a donde miraban, se prometían los unos a los otros llegar hasta el final. Algunos se sentaron de espaldas a la ciudad y se besaron, tampoco éstos le dedicaron muchas miradas al lugar en el que estaban. Y el mirador exaló: ¡Qué desfachatez, nadie me mira!

Me sentí un poco herida pensando que él tampoco se había fijado en mí, pero en seguida me devolvió un reflejo en un gesto cómplice. Y me quedé allí sentada intercambiando miradas con el horizonte y el mirador, haciéndome las mismas promesas que los otros: llegaré hasta el final. (De charco en charco llegaré hasta el final).

Parc Güell. Barcelona. LeleSorribas2013
Parc Güell. Barcelona. LeleSorribas2013

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