No releo libros. Siempre tengo prisa por empezar uno nuevo.
¿Por qué, entonces, he cogido por segunda vez La insoportable levedad del ser (Milan Kundera) de la estantería?
Lo leí por primera vez hace 12 años, con el alma brotando a borbotones y sintiéndome como Teresa cuando conoce a Tomás o como Tomás cuando encuentra en las casualidades respuesta a todas sus dudas.
Esta vez, mi alma tiene más paz, fue leyendo letras ajenas y propias que mis marineros del alma salieron a cubierta. Y en esta segunda lectura me he permitido desafiar a la historia reviviendo momentos como si de verdad la vida se pudiera vivir dos veces.
Hace tiempo que tengo claro que las historias son para mí el elemento vital que provoca la chispa con la que empieza o continua todo. Así que próximamente te hablaré de esas otras lecturas que me llenan la cabeza en ebullición.
