La Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela acogió la pasada semana un encuentro internacional de economía y cultura. En la presentación del evento, en la que estuvieron presentes Beatriz González Loroño, directora gerente de la Ciudad de la Cultura; Anxo Lorenzo, secretario general de cultura y Marcos Lorenzo, gestor cultural y parte de la organización del encuentro, se puso hincapié en la reflexión de la cultura como fuente de riqueza y de empleo y en la necesidad de trabajar desde nuevas perspectivas, haciendo uso de la innovación y de la creatividad.
La relación entre la economía y la cultura es anterior al debate, el cual no es nuevo, pero está tomando fuerza en los últimos tiempos debido a las circunstancias en las que nos encontramos. Marcos Lorenzo definió estas circunstancias en dos crisis: una crisis económica global y una crisis endógena de la cultura procedente de los nuevos soportes y su impacto en el consumo, la creación, la producción y la distribución. Como posibles vías para sobrepasar este contexto, Anxo Lorenzo, habla de cuatro vías: aprovechamiento de las tecnologías, recurrir a mercados exteriores, crear comunidades de autogestión y autofinanciamiento y que los creadores y artistas puedan crear junto con las empresas servicios creativos para empresas no culturales.
En la primera mesa del evento participaron Hakan Casares, coordinador del Observatorio de la Cultura Gallega del Consello de la Cultura Gallega y Juan Carlos Fernández Fasero, director de Agadic (Agencia Gallega de las Industrias Culturales), ambos trataron de contextualizar la economía de la cultura en Galicia. Hakan quiso evitar dar resultados estadísticos negativos, pero igualmente afirmo que no eran muy alentadores, no obstante en Galicia las empresas de las industrias culturales y creativas son productivas y eficientes y parecen comportarse mejor que otros sectores, concluyó.
Juan Carlos Fernández Fasero puso a Galicia como pionera en España en los sistemas de medición de la economía y la cultura. Habló también de los recortes de financiación que están aplicándose a la cultura y lo hizo para decir es falsa la dependencia de la cultura de las subvenciones. Después se centró en el capítulo del cambio provocado por el digital, del cual dijo, no es ni bueno ni malo, es un cambio. Y para finalizar, habló sobre la política de mecenazgo, de la cual se habla mucho en los últimos tiempos, puesto que se debe facilitar y permitir que las empresas privadas desgraven por invertir en cultura, como en Estados Unidos.
El contexto quedó dibujado, las bases para el desarrollo de una economía basada en las industrias culturales y creativas están puestas y el debate economía y cultura no es nuevo, es tan antiguo como la cultura misma, es obvio que la cultura crea riqueza y es fuente de empleo.