Publicado en el Site Co-oficial Dulce Pontes
Lele Sorribas. Madrid 13 de Junio de 2007
Dulce Pontes presentó El corazón tiene Tres Puertas en Madrid En Canto, en el Teatro Albéniz, mañana día 14 de junio repetirá.
En este trabajo, su “trabajo más verdadero”, lo ha puesto todo, producción, edición, arreglos, mezclas y composición.
Cuando comenzó el día las ganas de estar en Lisboa no me dejaban disfrutar de la posibilidad que me traía mi antiguo barrio de Madrid, ni siquiera me acordé. Quería sardinhas, marchas populares, arraial e bailarico, a cambio la noche se hizo eterna en el Teatro Albéniz la noche de Santo Antônio.
Pero llegó el fin de la tarde y las tres puertas del Teatro en la calle La Paz estaban saturadas de gente tranquila. Fuimos entrando, a ver, despacio. Había algún rezagado y alguno que no consiguió una entrada a tiempo y lo intentaba en la reventa.
Dulce Pontes presentaba su trabajo El Corazón tiene Tres Puertas en el consolidado Madrid En Canto.
Después de haber arrasado en prácticamente todo el mundo, de haber puesto los vellos de punta a Nueva York, después de haber cantado para los socios del Sporting de Lisboa haciendo del Amor a Portugal verdadero amor… después de todo y más, llegaba a la capital española para intentar conmover, aquí donde parece que no se tiene sentimientos entre semana.
Dulce venía con cierta ventaja, el recinto estaba lleno y, el público, aunque tímido, estaba entregado a gustar.
Comenzó sentada al piano, melodía, flauta, violoncello. Expresiva en todos sus movimientos, con vestido rojo, xaile (chal. Al más puro estilo del Fado).
El escenario presentaba las tres puertas de entrada, imposible la salida, al corazón de la música. La iluminación marcaba estados de ánimo, estados del alma y estados del día. Azul amanecer, Rojo de danza de fuego, Amarillo oro, naranja calidez del amor de hogar.
Reinventó la música popular portuguesa y la dejó danzar con ritmos cercanos a Galicia, a África, al Fado, a todos los registros. Dejó salir a todas las artes, bailó, interpretó, cantó, conmovió, dibujo sonrisas y palabras en el ambiente.
El público fue despertando y después de fallarle en un primer momento por no saber seguirla, consiguió robar declaraciones de amor, palmas, tarareos, balanceos y la locura de alguno de los presentes.
Duró casi dos horas, no paró en ningún momento.
Sus músicos hicieron improvisaciones combinadas, guitarra, oboe, guitarra portuguesa, percusión, cello, voz, toda la complicidad puesta en escena.
Nadie quería dejarlos ir y remató con Canção do Mar, Laurindinha e Lágrima, éxitos, sin duda, anteriores y en la noche.
No puedo negar, que hoy extiendo meu xaile no chão.
¡Por Dulce!