
Cuando pensamos abordar el tema ciudades inteligentes (smart city) descubrimos que el concepto traspasa el propio adjetivo y que podía ser fácil caer en el reduccionismo. Las ciudades inteligentes comenzaron por ser entendidas como aquellas ciudades en las que se acumulan datos y se distribuyen, sería como comparar a las ciudades con grandes ordenadores; de toda la información que se recaba se usa una mínima parte, optimización energética, información sobre transportes y ocio. La evolución de este concepto ha llevado a pensar en ciudades en las que los datos cumplen una finalidad específica que tiene que ver con la habitabilidad, sostenibilidad y gobernabilidad, pero ¿será sólo eso?
Hablamos con Pablo Sánchez Chillón (urban360.me) para aproximarnos a este concepto de la mano de un experto, pionero consultor en España sobre ciudades creativas.
Pablo deja a un lado lo estimulante de la etiqueta y define la ciudad inteligente como aquella en la que “se aplican las tecnologías de la información y las comunicaciones para lograr una gestión más adecuada de los recursos y una mejor prestación de servicios, favoreciendo la toma de decisiones óptimas en tiempo real”, al cual incorpora la vertiente territorial, refiriéndose a la capacidad de la tecnología para transformar y adaptar físicamente el territorio, y la visión relacional entre los ciudadanos, los Digizens, como él ha apodado.
Otra de las dudas que nos entran al hablar de ciudades inteligentes en las que la información y los servicios circulan en una nube digital es si habrá ciudadanos que queden fuera, por no disponer de conocimientos para su uso, por no tener dispositivos adecuados, por una brecha de accesibilidad… Es decir, nos entra la duda de si habrá Digizens y ciudadanos, separados por una brecha digital en el uso y habitabilidad de la ciudad. Para Pablo, el verdadero reto para salvar este escalón está “en la capacidad de activar a la ciudadanía y de canalizar y aprovechar el talento urbano y lo mejor de los rasgos de la cultura online.” Pues “hay toda una generación de ciudadanos que son hiperactivos en redes sociales pero absolutamente apáticos con su entorno físico y territorial, lo que constituye un serio riesgo para la convivencia y para el futro de la ciudades.”
Estos Digizens, aquellos que tienen acceso a la información y que saben usarla y relacionarla, deben funcionar como canalizadores entre los dos espacios, y es de este modo también que el espacio físico cobra de nuevo protagonismo. Pero como mencionamos antes, el espacio físico también se transforma, ya sea por los dispositivos que se le añaden, como por los usos para los que se destina, como afirma Pablo, “la tecnología ha transformado el espacio urbano desde los orígenes de la ciudad”, la canalización del agua transformó los lugares donde se ubicaban las fuentes, la aparición del coche cambió la estructura de las calles… El papel de la tecnología en las ciudades de hoy debe hacer hincapié en, y reitera Sánchez Chillón, “la generación de espacios híbridos, puntos de encuentro entre los planos digitales y reales de la ciudad que serán de gran utilidad para fortalecer los procesos de innovación urbana y la generación de oportunidades asociadas al despliegue de la creatividad y las actividades de la nueva economía urbana.”
La transformación hacia esa ciudad inteligente se está produciendo independientemente de las actuaciones que en instancias administrativas se estén ejecutando, pues los ciudadanos comparten y buscan información sobre la ciudad entre sus redes sociales, convocan y gestionan acciones a través de esas redes sociales, el hecho de que sea la ciudad la que se comunique con ellos, ofreciéndoles un histórico de datos, o una señalética nueva, o disminuyendo las trabas burocráticas, son los pasos más en este concepto. En cualquier caso, el centro sigue siendo el ciudadano y este es un aspecto que para Sánchez Chillón no tiene lugar a dudas, por eso aboga porque los proyectos que se emprendan en este sentido se asienten “sobre la identidad y autenticidad del lugar y su gente.”
Muchas ciudades se han abanderado con el sobrenombre de Smart City, lo cual da que pensar, ¿se ha abusado de la tecnología sin proyectos basados en objetivos claros de fondo? A ello, Pablo no duda en responder que “es cierto, no ha habido término medio, pues se ha pasado de la confianza desmedida en la llegada de una `Arcadia Digital´ a la crítica más feroz y despiadada del modelo. Todo producto humano admite la crítica, y es cierto que se han cometido errores y que toda propuesta es mejorable.”
Lo fácil en este proceso es convertir la ciudad en un chip gigante, lo difícil es traspasar los tópicos y conseguir que la inteligencia de la ciudad revierta en sus ciudadanos y viceversa. Para superar el vacío que se da en algunos planes de transformación hacia la ciudad inteligente, Sánchez Chillón propone que se involucren todos los profesionales de la ciudad, ya que “las ciudades inteligentes serán integradoras y exitosas cuando sepamos integrar con naturalidad tecnología, espacio y compromiso ciudadano al servicio de objetivos compartidos”.
“La tecnología ha transformado el espacio urbano desde los orígenes de la ciudad”, Pablo Sánchez Chillón comentarios en «2»